Catro franciscanos obispos de Ourense

La ciudad de Orense y su provincia están íntimamente ligadas a la Orden franciscana desde hace más de siete siglos, dado que desde el año 1238 residen los Frailes Menores en nuestra ciudad. Esta circunstancia y el hecho de que en la provincia llegaran a existir cuatro conventos franciscanos, en Ribadavia –que hoy persiste lo mismo que en la propia capital de la provincia- en Monterrey y en Trandeiras, nos lleva a la conclusión de que la estancia de San Francisco de Asís en tierras gallegas, fuera muy fecunda, especialmente en Ourense.

Pero no solo en el aspecto conventual existe una gran relación entre los frailes de San Francisco y Orense sino también porque cuatro miembros cualificados de la Orden rigieron nuestra diócesis en diversas épocas de la historia de la Sede orensana. Concretamente fueron, por orden cronológico, los siguientes: Fray Alonso de Noya, Fray Sebastián Bricianos, Fray Juan Venido y Fray Damián Cornejo.

El primero de ellos, Fray Alonso de Noya, rigió la diócesis durante un lustro, entre los años 1362 y 1367; se sabe que era natural de Portugal y fue consagrado en Coimbra; perseguido por el rey Pedro I al manifestarse partidario de su hermano, futuro rey Enrique II de Trastámara, le valió ser preso en el castillo de Almodóvar, en donde falleció. Debió de ganarse la simpatía del cabildo durante su mandato por cuanto que le enviaban 3.000 maravedís a su encierro, más otros tantos “maravedís de dineros blancos desde que ao noso señor el Rey tever por ven de o mandar recabdar e ir a Almodobar”

Está enterrado en la nave de la Epístola de la catedral auriense, siendo su sepultura la tercera según se va a la puerta de poniente. El obispo aparece revestido con los ornamentos propios de su condición: mitra, báculo y ricas vestiduras, y el escudo, en este caso una flor de lis, varios roeles y un cordón franciscano que los envuelve.


Fig. 1. Escudete del sepulcro de Fray Alonso Noya O.F.M. (1362-1367)

Ya en el siglo XVII, otro franciscano, Fray Sebastián de Bricianos, aparece al frente de la diócesis. Fue nombrado obispo de Orense cuando era predicador del rey Felipe III. Durante seis años, de 1611 a 1617, permanece en nuestra ciudad dejando un recuerdo imborrable por su rectitud y caridad. Al morir fue enterrado en la capilla que el fundara en Medina del Campo, su villa natal. Allí está en una tumba con un epitafio que dice: “Aquí yace el Ilmo. Rvdo. Sr. Fray Sebastián de Bricianos, natural de la villa de Medina del Campo de la Orden de San Francisco consultor y calificador de la suprema y general Inquisición, predicador de los católicos reyes Felipe II y Felipe III, obispo de Orense, del Consejo de su Majestad, edificó y dotó esta capilla de Santiago y falleció a la edad de 75 años a cinco de enero de 1617.”

Fue gran bienhechor de los pobres no faltándole disgustos y roces con el Corregidor de la ciudad por defender la jurisdicción eclesiástica, propensión habitual en aquella época –y en otras también- al irse mermando los derechos y señoríos de los obispos; pese a ello tuvo la satisfacción de ver que tanto el pueblo como los mismos regidores le apoyaran siempre. Es de destacar una Paulina que lanzó con toda solemnidad contra unos malhechores que robaran del archivo municipal los libros y documentos del Concejo, pudiendo ser recuperados en virtud de esta acción del obispo.

En el año 1626, vuelve a estar regida la diócesis de Orense por un fraile franciscano, Fray Juan Venido, natural de la villa castellana de Medina de Rioseco; a la sazón era uno de los más preclaros hijos de la Orden franciscana. Basta recordar que desempeñó el oficio de comisario y visitador de la Orden, confesor de los hijos del rey Felipe III, comisario general de la Orden franciscana en el Perú, Comisario general de Indias, definidor perpetuo de la Orden, confesor de la hermana del rey Felipe IV, la infanta doña María, reina que fue de Hungría y emperatriz de Alemania.

Lo más destacado de su acción como obispo de Orense fue el arreglo definitivo de los múltiples conflictos entre el obispado y el concejo. Estas disputas surgidas de continuo entre las dos potestades anulaban toda acción benefactora hacia el pueblo.
Fray Juan Venido, trató de poner remedio consiguiendo extinguir las luchas de jurisdicción teniendo gran relevancia el hecho de su amistad con el rey Felipe IV con el que llegó a celebrar concordias de arreglo obteniendo varias concesiones a costa de derechos perdidos.
Finalmente, el último obispo franciscano que gobernó nuestra diócesis fue Fray Damián Cornejo, entre los años 1694 y 1706.

Nació Fray Damián en Palencia y muy joven ingresó en la Orden franciscana en el convento toledano de Ocaña. A los 29 años era Guardián de Alcalá. Allí fue lector de Teología y Catedrático de Prima; cronista general de la Orden dando a la imprenta cuatro volúmenes de su “Crónica Seraphica”. La primera parte fue impresa en Madrid el año 1682 y la última en 1698, ya obispo de Orense y del Consejo de Su Majestad. El estilo y la claridad con que está escrita esta crónica le valieron muchos elogios y pese a que se trata de un escrito muy de su época, aún hoy conserva una lozanía y frescura literaria que se lee con verdadera delectación.

Antes de ser designado para obispo de Orense por la insistencia del rey Carlos II, había sido propuesto para obispo de Castellammare cerca de Nápoles, que no aceptó.


Fig. 2. Escudo episcopal de Fray Damián Cornejo O.F.M. (1694-1706)

Su gobierno como obispo de Orense fue ejemplar, aunque tuvo que rendirse al paso de los años y de los achaques, haciendo renuncia de la Sede, que le fue aceptada, falleciendo antes de que llegase su sucesor, dándosele sepultura en la Capilla Mayor de la Catedral junto a otros Prelados. Durante su mandato como obispo tuvo que hacer frente con gran habilidad y tacto a los altercados que se originaban entre el Cabildo y los Corregidores, problema que tardó mucho en erradicarse. También tuvo que habérselas con el conde de Monterrey por supuestos derechos que este noble pretendía invocar en orden a la provisión de algunos beneficios de la Catedral.

“En materias arbitrarias se inclinó más al uso de la misericordia que del rigor de la justica, porque su genio agradable y muy pío le llevaban a mostrar agrado y benevolencia con todos. Como verdadero hijo de San Francisco era muy adicto a su Instituto: ni conocía monedas, ni distinguía las especies, ni valor de los dineros; de que se notaron varios casos aún después de ser obispo”, así lo definía un cronista contemporáneo.

En 1700 tuvo lugar en la ciudad de Orense la solemne proclamación del rey Felipe V a la que sumó el obispo, pero más tarde se opuso a que el rey proclamara a San Jenaro patrón de España juntamente con el apóstol Santiago.

Dos sobrinos suyos fueron capitulares de nuestra Catedral: don José Cornejo, Chantre, y su hermano don Miguel Cornejo, canónigo. Regalaron los grandes cuadros que hay en la Capilla Mayor de la Catedral auriense, obras del pintor salmantino Piti, discípulo de Lucas Jordan. Uno representa el martirio de Santa Eufemia y el otro el de San Facundo y San Primitivo, santos tan vinculados con nuestra diócesis.

Sirvan estas noticias de homenaje a San Francisco de Asís y a su Orden, para contribuir con ello a la efemérides del comienzo del VIII Centenario del nacimiento del Santo. Pues la ciudad de Orense está profundamente ligada a la Orden franciscana, pues a lo largo de su estancia en Orense nos ha dado muestras ejemplares de virtudes, de su vida humilde, pobre, penitente, llegando a alcanzar cotas muy altas de popularidad y de simpatía manifiestas, sabiéndose ganar con ello el cariño y la veneración de todos los orensanos.

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